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VIDA ESCONDIDA 51 no parecía vivir en este mundo. Se elevaba como aguila al mundo sobrenatural, absorta su mente to– talmente en Dios. Por la tarde, salía de la gruta para asistir con sus Hermanos a la conferencia espiritual que se tenía en el convento. A veces, extenuado por el ayu– no y la penitencia, andaba tambaleándose y nece– sitaba apoyarse en alguno de sus Hermanos hasta llegar al lugar de la reunión de la Comunidad. Alternaba sus ratos de soledad con la práctica de los oficios más humildes. Unas veces hacía de co– cinero. Otras barría el eremitorio. Ya tocaba la campana para que los frailes acudiesen al coro; ya también leía a sus Hermanos libros espirituales. Y todos estos sencillos oficios los desempeñaba con una humildad lo más encantandora, reflejando en su rostro una suavísima sonrisa. En este plan de vida continuó por espacio de nueve meses, sin llamar la atención, sin dar mues– tra alguna de sus altos conocimientos de la Teolo– gía y de la Sagrada Escritura. Se complacía en go– zar de aquella vida escondida a los ojos del mundo, en la que no hacía sino entregarse por completo al Señor. Esta vida silenciosa, de total ocultamiento al mundo que llevaba Fray Antonio, dedicada a la ora– ción y la penitencia, parecerá a muchos totalmente inútil. Pero en realidad fue muy grata a Dios, y en

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