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(iNCO DE AQUELLOS FRAILES, MAATIRES E.N MAARUECOS, Lll'• GAN A COIM6RA. ÍER~IANOO REFLEXIONA IV . LA FRAGANCIA DE ASIS Hacía· algunos años que un joven de Asís, lla– mado Francisco, tocado de la. divina gracia, había suscitado en. Italia un extraordinario movimiento religioso. Impulsado por el espíritu de Dios había fundado una Orden, cuya cuna se estableció en una pequeña· capilla llamada la Porciúncula, situada en la misma ciudad natal del Fundador. Mas la Orden se extendió rápidamente por toda Italia, llegando a establ~cerse en varias naciones de Europa. De este modo, la fragancia de Asís había transfundido tam– bién a tierras de Portugal.