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APENDICE DIA OCTAVO FLORECILLA ANTONIANA Muerte preciosa 221 San Antonio se hallaba enfermo en Camposampiero; mas él deseaba morir en Padua. Pidió ser transportado a ella, pero por su debilidad fue preciso que se quedara en Arcella, arrabal de Padua. Allí pidió confesión y recibió el santo Viático. Se sentía feliz. Para desahogar la alegría de su alma, entonó un himno a la Virgen. De pronto, sus ojos se fijaron en un punto determinado. Su rostro reflejaba inefable sonrisa y pronunciaba algunas palabras ininteli– gibles. Alguien le p11eguntó: "¿ Qué ves, hermano?" El con– testó: "Veo a mi Señor". Le administraron la Extremaun– ción que recibió con fervor extraordinario, extendiendo las manos en forrr:a de cruz y respondi>endo a las oraciones. Luego, humildemente, como si fuera un pecador, rezó al– ternando con sus hermanos los Salmos Penitenciales. Tras esto, se quedó- un rato en éxtasis. Por fin, miró a todos los presentes dulcemente y les sonrió. Su alma voló al cielo. Era el 13 de junio de 1231. Tenía treinta y seis años. La preciosa muerte de San Antonio no fue sino el feliz coronamiento de su vida totalmente entregada al servicio de Jesucristo. Pidámosle hoy con todo el fervor posible que también nuestra muerte sea preciosa a los ojos del Señor. Padrenuestro, Avemaría y Gloria, etc.

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