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218 APENDICE Se van hasta los nmos y las mujeres. Entonces se dirige a la playa, y predica a los peces diciendo: "Oid la palabra de Dios, vosotros, peces del mar y del río, ya que no quie– ren oirla los infieles herejes". Al momento se reunió una gran multitud de peces de todos los tamaños y sacando sus cabezas a flor de agua daban muestra de escuchar al Santo. El prodigio fue observado por algunos; pronto la noti– cia llegó a la ciudad y un gran gentío rodeó al predicador. Entonces el Santo bendijo a los peces y predicó a aquella multitud con éxito nunca visto. San Antonio es favorecido por Dios con el don de hacer milagros, para mejor lograr la conquista de las almas. Admiremos los dones que el Señor otorgó a San Anto– nio y pidámosle la gracia de oir con fruto la divina palabra. Padrenuestro, Avemaría y Gloria, etc. DJA QUINTO FLORECILLA ANTONIANA El avaro de Florencia Predicaba San Antonio en Florencia. Le encargaron de la oración fúnebre de un rico principal que acababa de mo– rir. El Santo puso por texto del sermón: "Donde está tu tesoro, allí está tu corazón". Después aplicó al rico difun– to la frase de la parábola evangélica: "Murió el rico y fue sepultado en el infierno". Un murmullo general se alzó contra el predicador. Pero San Antonio les hizo ver cómo aquel rico avariento se había condenado por tener su co– razón pegado a su dinero. Les dijo que fueran a su casa y entre el dinero que guardaba en su arca, hallarían su cora– zón. En efecto, entre el oro y la plata, estaba el corazón del

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