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PIEDAD Y ESTUDIO 19 corazón en el amor de Dios, iluminaba su inteligen– cia con la ciencia que iba aprendiendo. Ya era un adolescente lleno de encantos. Con– servaba en toda su integridad la pureza que her– moseaba su alma ; pero como todo joven, tuvo que pasar por la crisis que se presenta al llegar a la pu– bertad. La concupiscencia comenzó a hacerle sen– tir sus ardores. Las tentaciones de la vida vinieron a dorarle el pecado a que se entregan tantos alo– cados jóvenes. Mas su amor a la pureza le hizo re– chazar al momento toda. sugestión carnal. Al natu– ral instinto que le impulsaba al placer, hay que añadir las sugestiones del demonio, el cual a todó trance quería rendir al casto joven. Para -ello se valió de todos los medios, a fin de hacerle caer en sus redes. Un día, subía Fernando la escalera del coro de la Catedral, cuando he aquí que se le presenta el de– monio en forma visible bajo la figura de viejo sen– sual que hacía muecas grotescas. El joven se sien– te invadido del susto y del miedo. Pero tiene una inspiración santa. Se acuerda de la fortaleza que se halla encerrada en la Cruz de Cristo, y al momento, lleno de fe y confianza, hizo con el dedo pulgar la señal de la Cruz sobre una piedra y el Tentador huyó precipitado. Una paz de cielo sintió Fernando en su alma, que había de conservar toda la vida.
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