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APENDICE 207 Este hecho de la vida del Santo fue conocido después de su ,muerte. Por eso sus, devotos comenzaron a invocarle cuando habían perdido alguna cosa. San Antonio los escu– chaba y atendía. Corrió luego la fama de que San Anto– nio hallaba las cosas perdidas, de suerte que, cuando se compuso el Responsorio, ya era corriente esta devoción. Desde muy antiguo reza el Responsorio que algunos atri· buyen a San Buenaventura: Miembros y bienes perdidos recobran mozos y ancianos. Quizá piense alguno que esto parece una especie de magia; pero el verdadero católico conoce muy bien el valor de la fe. La fe liace en ocasiones verdaderos prodi– gios. El devoto de San Antonio acude a él con ardiente y profunda fe, y esta fe es premiada por el Santo con la gracia de hallar las cosas perdidas. Celestial casamentero Es muy corriente, entre las jóvenes crisitianas, acudir a San Antonio de Padua, pidiéndole que les conceda la gra– cia de hallar novio, con el cual puedan contraer ma– trimonio. No sabemos el origen ni el motivo de esta devoción antoniana. Acaso San Antonio, con su lirio en Ja mano y con su atractiva juventud, despierte en las jóvenes el de– seo de encomendarse a él, y la confianza de que ha de ser

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