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200 APENDICE sia de San Francisco, recibe allí los Sacramentos y verás tu anhelo cumplido. Puso en práctica aquella mujer cuanto le dijo San An– tonio y, por fin, dio a luz un hijo. Mas su gozo no fue completo, pues el niño era contrahecho y no daba espe– ranza . de salud. Ella, llena de fe en su Santo Protector, hizo que le llevaran el niño al altar del Santo. ¡ Cosa admirable! Al volver a los brazos de su madre quedó cu– rado y lleno de vida. Este milagro se propagó y contribuyó a que se exten– diera más y más la devoción de los martes de San Antonio. Andando el tiempo, debido a la piedad de los devotos del Santo, el número de los martes se extendió a trece. El Papa León XIII no sólo aprobó y bendijo esta devo– ción antoniana, sino que concedió indulgencia plenaria a cada uno de los trece martes dedicados a San Antonio, con tal que sean seguidos. Lo cual se puede hacer en cual– quier época del año. Primero, concedió esta indulgencia a los cofrades de la Pía Unión. Mas luego, en el año 1898, se extendió a todos los fieles .que practicaran esta de– voción. Condiciones para ganar la indulgencia plenaria: l. a. Confesión y comunión, que no es necesario que sea precisamente en martes, sino en cualquier día de la semana. 2.ª Es preciso visitar en esos trece martes alguna igle– sia pública y practicar algún ejercicio piadoso . en honor del Santo, como pueden ser algunos Padrenuestros con el Responsorio de San Antonio, o también otras oraciones que hay en los devocionarios. 3.ª Los martes han de ser seguidos, como los do– mingos de San José. Pero en esta devoción antoniana hay una ventaja: se puede trasladar al domingo, y en do– mingo hacer el ejercicio del martes.

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