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190 FRAY CANDIDO DE VIÑAYO, O.F.M. CAP. nio el culto litúrgico propio de los Santos Doctores de la Iglesia, insertándose en su honor la Misa de los Doc– tores en los Misales dispuestos «según la costumbre de la Curia Romana¡¡ ; Misa que, aun después de la corrección del Calendario, ordenada por San Pío V el año 1570, nunca ha dejado de usarse hasta nuestros días en el seno de las diversas familias franciscanas y entre los miembros de ambos cleros de la Diócesis de Padua y de los dominios de Portugal y del Brasil. Además, como consecuencia de cuanto llevamos re– señado, en cuanto Antonio fue canonizado, las imá– genes del gran Apóstol Franciscano, propuestas a la veneración de los fieles fueron pintadas y esculpidas, llevando en una de sus manos, o cerca, un libro abier– to, como símbolo de su sabiduría y doctrina, y en la otra una llama, como símbolo del ardor de su fe. Nada tiene de extraño que muchos varones ilus– tres, no tan sólo de la Orden Seráfica, que ya varias veces en sus Capítulos Generales expresó el deseo de que fuera confirmado y extendido a toda la Iglesia el culto secular de Doctor tributado al Taumaturgo de Padua, sino de todo género de as'ociaciones hayan manifestado en este sentido sus más ardientes anhelos. Y habiéndose intensificado en sumo grado estos an– helos con motivo del séptimo centenario de la muer– te y canonización del Bienaventurado Antonio, la Orden Franciscana de los Frailes Menores reiteró sus súplicas y presentó las más fervorosas instancias, ya

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