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DOCTOR EVANGELICO 189 carga de trabajos; aunque también predicó en no po– cas provincias de Francia; pues Antonio, sin distin– ción de linajes y naciones, a todos abarcaba con su celo activo, a saber, a sus portugueses, a los africa– nos, italianos, franceses y a todos cuantos veía nece– sitados de la verdad católica. Y en cuanto a los he– rejes, como eran los Albigenses, Cátaros y Patarenos, que casi por todas partes pululaban entonces, traba– jando por apagar la luz de la fe legítima de los co– razones de los fieles, con tal diligencia y tal éxito los debeló, que justa y merecidamente fue llamado «Mar– .tillo de los herejes». Ni tampoco podemos pasar por alto, sino que debemos considerar como una alabanza de máximo peso e importancia, lo que Gregorio IX le tributó al oírle predicar y escuchar su conversación :maravillosa, llamándole «Arca del Testamento» y «Archivo de las Sagradas Escrituras». Y digno de re– cordarse es igualmente que en el mismo día 30 de mayo, al ser inscrito en el Catálogo de los Santos el Taumaturgo de Padua, apenas transcuridos once me– -ses de su. venturoso tránsito, llevada a cabo con rito Pontificia! su solemne canonización, el Papa Gregorio cantó en alta voz, según dicen, la antífona propia de los Santos Doctores de la Iglesia: «Oh Doctor ópti– mo, luz de la Santa Iglesia, bienaventurado Antonio, amador de la ley divina, ruega por nosotros al Hijo de Diosi>. Y de aquí resultó que desde los primeros tiempos comenzó a aplicarse al Bienaventurado Anto-
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