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EL SANTO DE TODO EL MUNDO 181 que sean admirados por hombres de cierta cultura ; .que se hagan estudios a' fondo de sus vidas, que se reproduzcan con frecuencia en las obras de arte; que se lean sus escritos por almas selectas. Con todo esto, no penetrarán debidamente en el alma del pueblo, y para una gran masa permanecerán olvi– dados. Pongamos de paso un ejemplo. No hay duda que San Francisco de Asís es una figura más ex– celsa que San Antonio. Es una personalidad más estudiada, más apreciada por los hombres de cien– cia, por los artistas, por los espirituales.'Sin embargo, San Francisco no ha alcanzado, ni mucho menos, la popularidad de San Antonio. Hay muchos que no le conocen. Su imagen no está en la mayoría de las iglesias como está la del Santo de Padua. San Fran– cisco no es el Santo del pueblo, como lo es San An– tonio. Lo mismo podemos decir de otros muchos santos. Quizá piense alguno que, de este modo, el pue– blo no capta la verdadera espiritualidad. Vamos a convenir que hay mucha verdad en ello. Mas no por eso hemos de condenar las devociones populares. Dios conoce el fondo del corazón de los hom– bres. Se da cuenta de nuestra ruindad de miras. Sabe que una gran mayoría de almas huye del sa– crificio y, en cambio, se sienten atraídas por aquello que consuela y alivia el dolor. Mas lo que quiere

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