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EL SANTO DE TODO EL MUNDO 179 de luz celestial. Es un hombre joven con un divino Niño en sus brazos que· nos sonríe, y con una blanca flor que exhala perfumes de vida eterna. Ese hom– bre es San Antonio de Padua, que derrama toda suerte de gracias sobre sus devotos. Esas gracias caen sobre la tierra como lluvia del cielo que alivia el dolor y hace alegre la vida. Así, por intercesión de San Antonio, según reza su res– ponsorio, son desterrados la muerte y el error, hu– yen el demonio y la miseria, los leprosos y demás enfermos quedan sanos ; el mar se calma, son re– dimidos los cautivos, los miembros paralizados re– cobran su flexibilidad y las cosas perdidas son ha– lladas. Por doquier se nota algo así como una di– vina fragancia que conforta los corazones. Otra de las razones de la popularidad de San Antonio es su figura. Figura que reviste los más bellos atractivos. Es un hombre joven a quien son– ríe y acaricia el Niño Jesús entre un perfume de azucenas. Esto es ,algo que encanta al pueblo. Se le considera como predilecto del Señor, que pasaba los días y las horas en íntimos coloquios con su Jesús. Al parecer, debía ser un hombre, cuya vida no era sino un anticipo del cielo. Es verdad que éste no es el genuino concepto de San Antonio. Cierto· que tuvo sus· arrobos místicos ; pero éstos no fueron más que menguados relám– pagos o ~tisbos de la felicidad del alma, que se
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