BCCCAP00000000000000000000747

16 FRAY CANDIDO DE VIÑAYO, O.F.M. CAP. des hoy aquí para espantar esos pájaros. Al ater– decer vendré a buscarte. Fernando obedeció. Pasó un rato espantando los gorriones. Mas luego, su mente se quedó absorta en pensamientos del orden sobrenatural. Se acordó de Jesús oculto en el Sagrario de la iglesia vecina. Su corazón volaba adonde estaba su tesoro. Pero no podía apartarse del campo. Tenía que obedecer a su padre. Esto lo pedía Jesús. En su soledad, seguía pensando, pensando. Bus– caba un medio para acompañar al Prisionero del Sagrario sin faltar a la obediencia de su padre. Le pareció que para cumplir el mandato paterno le bastaría alejar los pájaros voraces de la heredad, de cualquier modo que fuera. Y tuvo una idea feliz. Había allí un amplio local donde se guardaban los enseres de la labranza de la finca. Se le ocurrió que podía muy bien en~errar en aquel lugar la bandada de los goriones que revoloteaban inquietos en su rededor. Y así lo hizo: los fue llamando. Los go– rriones entraron en aquel local y les cerró la puer– ta. Sin más, corrió a la iglesia vecina y allí explayó su corazón con el divino Huésped. Media la tarde. Fernando sigue orando ante el Sagrario. Los gorriones permanecen en su encie– rro. Don Martín va a recoger a su hijo, seguro de que estará cumpliendo su mandato. Mas se queda en gran manera sorprendido al no hallarle en la

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz