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EL SANTO DE TODO EL MUNDO 177 blo cristiano. En esto hemos de ver, ante todo, la voluntad de Dios, que le escogió para derramar sobre él innumerables dones de naturaleza y de gracia, y después de su muerte ha querido otorgar incontables favores por su intercesión. Pero, supuesta la voluntad de Dios, hemos de buscar las razones humanas por las cuales San An– tonio de Padua es el Santo más popular, hasta po– der decir de él León XIII que es el Santo de todo el mundo. Es verdad que, leyendo con detenimiento la vida de nuestro Santo, vemos en él un hombre verdadera– mente extraordinario, digno de ser admirado y ve– nerado. El estaba adornado de las más esclarecidas virtudes. Era un sabio perfecto, conocedor de la Teología y de la Sagrada Escritura. Era un apóstol que sembró la palabra de Dios por los pueblos de Italia y de parte de Francia. Era un taumaturgo que ponía en conmoción a las gentes por entre las que pasaba, realizando prodigios que aseguraban el fruto de su predicación. Mas el pueblo no se para a recordar la vida pro– digiosa de este Santo, con el fin de tenerle devo– ción e implorar sus favores. El pueblo no se fija en sus virtudes, ni en su sabiduría, ni en su celo apos– tólico ni siquiera en los milagros que realizó du– rante su vida. Hay otros Santos que, al igual que San Antonio, pueden mostrarnos sus hermosos ejem-

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