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HA MUERTO EL SANTO 165 y, en sus cuchicheos, comentaban la noticia de la siguiente manera : -Pero, ¿dónde ha muerto el bendito Padre An– tonio? -En Arcella. Ayer noche. -Creíamos que se hallaba en Santa María. No se sabía que estuviera enfermo. -Ya me parecía a mí que algo pasaba, pues no le he visto hace varios días por Padua. -Hay que ir a Arcella para hacernos con alguna reliquia de él: algún trozo de hábito, un cabello, unos hilos de su cuerda ... ¡ lo que sea! -No te apures, que ya traerán su cadáver a San– ta María, y allí iremos todas a rezarle. Mientras las mujeres seguían haciendo comen– tarios y tramando sus planes, volvían a oirse de nue– vo las argentinas voces de los niños que repetían el estribillo : - ¡ Ha muerto el Santo! ¡ Ha muerto San An– tonio! Entre tanto, se fue reuniendo una multitud de paduanos y se dirigieron a Arcella a venerar el ca– dáver del Santo. Mas sucedió algo inesperado: los habitantes del barrio de Capo di Ponte, en el que estaba enclavado el convento de Arcella, se deter– minaron a impedir a toda costa que el sagrado ca– dáver fuera trasladado al interior de Padua. Los re– ligiosos del convento de Santa María, a toda prisa, se

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