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J0LE.MNE TRA'SI..AOO 06 LOS RES- . ros Oli:.L SAi,.r,o Dé!:iOE Ar .we.LA A ¡ SANTA MARIA 01= PAPUA. / . XXIII ((HA MUERTO EL SANTO» En un pobre féretro, colocado entre cuatro ci– rios, vestido del hábito franciscano, yacía el cadáver de Fray Antonio. Su tez, morena y arrugada por la enfermedad, se había vuelto blanca, delicada, lisa. Su expresión aparecía serena y beatífica. No pare– cía un difunto, sino un joven plácidamente dormido. Cuantos ponían en él sus ojos, en vez de repugnan– cia o compasión, sentían el corazón inundado de devoción tierna y confortadora. Los religiosos que se hallaban en Arcella no sólo se sentían doloridos por aquella muerte pre-

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