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CERCA DEL CIELO 155 hermanos se levantó de la mesa. Mas no podía te– nerse en pie y fue colocado sobre .un lecho de sar– mientos. Viendo que su enfermedad se agravaba a cada instante, sintiendo el próximo abrazo de la Hermana Muerte, llamó a su compañero Fray Ro– gerio y amablemente le dijo: -Hermano, con tu bendición iría al convento de Santa Marí::t de Padua por no ser gravoso a estos frailes. Deseaba morir en su querida Padua. Padua ha– bía sido su última conquista. Allí estaban los miles de almas que él había convertido y santificado. Pa– dua era el mejor sitio para el reposo de su cuerpo, gastado por la enfermedad y los trabajos de su apos– tolado. Padua tenía derecho a ser el lugar de su nacimiento para el cielo. Fray Rogerio y los demás hermanos compren– dieron los deseos del Santo y se apresusaron a com– placerle. ·con toda urgencia, se improvisó una silla de mano, hecha de ramas de árboles, y en ella co– locado el Santo, enfermo, emprendieron el camino de Padua. Unos hombres robustos transportaban la silla. En la comitiva iban Fray Rogerio y el Conde Tisso. Mientras caminaban lentamente, el Santo iba como arrobado, reflejando en su rostro un halo ce– leste. Comenzaba el crepúsculo. A lo lejos, bañada por la luz dorada de la tarde, aparecía Padua con

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