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148 FRAY CANDIDO DE VIÑAYO, O.F.M. CAP. -No, no -respondió el Santo-, no puedo acep– tar esos regalos que son fruto de vuestros robos. Mas estos tesoros perecerán todos y vosotros juntamente con ellos. Aquellos hombres se marcharon llenos de confu– sión a informar a Ezzelino de cuanto les había suce– dido con el fraile predicador. Mas Ezzelino les dijo secamente : --Está probado que Fray Antonio es un verdade– ro Santo. Dejadle tranquilo y que diga lo que quiera de mí. A pesar de todo esto, Ezzelino siguió confirmado en su iniquidad. Fray Antonio regresó a Padua. Sus gestiones de paz con Verona habían fracasado. El corazón del hombre es un abismo insondable. En ciertas ocasiones no valen nada ni las amables pala– bras, ni las terribles amenazas, ni las oraciones de las almas santas, ante la obstinación en la maldad de ciertos hombres como Ezzelino. La gracia de Dios se detiene ante las barreras de la libertad humana. San Antonio había conmovido a Padua. Había logrado convertir innumerables almas, y sin embargo toda su elocuencia y toda su santidad fracasan ante la rebeldía de un hombre enfurecido. j Misterios de Dios! ¿ Quién puede penetrar en el fondo de los co– razones de los míseros humanos? La resistencia a la gracia, fruto de la libertad humana, es algo inexpli– cable; pero que no pocas veces es una lamentable

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