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MENDIGO DE CORAZONES 13 La piedad continuó informando la niñez de Fer– nando. El ejemplo de sus cristianos padres le im– pulsaba a la práctica de la virtud. Su devoción era tierna, sólida. Visitaba con su madre las iglesias y · los monasterios de Lisboa para adorar al Señor y :-:aludar a su Madrecita del cielo. Con la piedad jun– taba la caridad para con los pobres. Se compadecía de dlos y los socorría en sus necesidades, como le era posible. De este modo, Antonio de Padua, desde sus más tiernos años, se fue ejercitando en las virtudes cris– tianas, de suerte que hacían de él un niño verda– deramente encantador. Con razón sus padres habían puesto en él las delicias de su corazón y auguraban para él un porvenir risueño.

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