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ANGEL DE PAZ 147 presencia, tuvo la santa osadía de increparle en estos términos: -¿Hasta cuando, cruel tirano, proseguirás derra– mando sangre inocente? La espada del Señor está suspendida sobre tu cabeza, y tu juicio será terrible. Los soldados de Ezzelino respiraban furiosa ira. No hacían sino esperar la señal de su jefe par¡i, echar– se sobre el atrevido fraile y cortarle la cabeza. Pero en vez de la orden esperada por los soldados, se lle– naron de asombro al ver que el mismo Ezzelino caía a los pies del Santo para prometerle la enmienda. Después, dijo a sus soldados, que estaban admirados ante su inesperado gesto : --:-Me pareció que los ojos de ese fraile despedían rayos y que yo iba a ser precipitado en el abismo-. Con todo, Ezzelino no se enmendó de su mala vi– da ni quiso soltar los prisioneros de guerra. Poco después de la entrevista con el Santo, intentó hacerle caer en sus redes. Le envió una embajada con mag– níficos regalos y encargó a los emisarios que, si Fray Antonio los admitía, lo degollasen inmediatamente. Se presentaron los comisionados por Ezzelino al San– to, y con gran respeto y afectada amabilidad, le di– jeron: -Siervo de Dios, Ezzelino nos envía para supli– carte que le encomiendes a Dios. Acepta estos pre– sentes que venimos a ofrecerte en su nombre y en se– ñal de afecto.

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