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12 FRAY CANDIDO DE VIÑAYO, O.F.M. CAP. Podía distinguirse, como sus antepasados, en la gue– rra contra los moros, triunfar en mil lides y ser con el tiempo caballero al servicio del Rey. Pero Ma– ría Teresa Tavera lo que ante todo deseaba para su hijo era una educación sólidamente cristiana. Apenas comenzó a despertar en él la razón, su piadosa madre supo infundir en su tierno corazón un amor ardiente y profundo a Jesucristo y a su santísima Madre, la Virgen María. La Virgen era para Fernando la más dulce madrecita que puede soñar un niño. Madre que nunca se muere y siem– pre se encuentra a su lado. Por eso, la solía llamar con este diminutivo portugués Mamashina, que lle– naba de ternura su infantil corazón. Y según nos refiere una tradición, a la edad de seis años, deseoso dé imitar a la Virgen en su pureza, un día hizo voto de virginidad ante el altar de Nuestra Señora; Este amor y ternura filial para con la Virgen María se mantuvieron siempre en su alma, de suerte que constituye una de las características de su es– r,íritualidad. La Virgen fue en todo tiempo su guía y sostén durante toda su vida, hasta la misma hora de la muerte. La Madre del cielo fue para nues– tro Santo la hermosa estrella que iluminó sus pasos por el mundo y le condujo por la senda de la per– fección cristiana hasta hacerle gozar de los abrazos arm'rosos de Jesucristo.

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