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120 FRAY CANDIDO DE VIÑAYO, O.F.M. CAP. razón aún caliente. Después, por orden del Santo, fue abierto el pecho del difunto y vieron que le fal– taba el corazón. La muchedumbre estaba consternada. Lágrimas de penitencia brotaron de todos los ojos. El número de conversiones fue considerable. Al rico usurero se le negó cristiana sepultura y su cadáver fue arrojado al muladar. De este modo, iba Fray Antonio recorriendo los pueblos y ciudades del Norte de Italia. Sus éxitos y sus triunfos fueron incontables. Pero la mayor vic– toria era su encantadora humildad, que transpiraba toda su persona. No parecía sino que Jesús vivía en en él y por medio de él seguía manifestándose al mundo, a fin de conquistar las almas para el reino de Dios.
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