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112 FRAY CANDIDO DE VIÑAYO, O.F.M. CAP. ta sus excepcionales cualidades, pusieran en él los ojos y le designaran para un alto cargo. Fue elegido Provincial de la Romaña. Naturalmente que no era de su agrado el cargo, dada su excepcional humildad y que, además, le im– pedía dedicarse al apostolado con toda intensidad, para lo cual se sentía llamado por divina vocación; pero, al fin, como siempre, se puso en las manos de Dios, lo aceptó y se dispuso a cumplir su oficio con todo el celo posible. La estancia en Asís confortó, en gran manera, su corazón. Pudo postrarse ante la tumba del Padre. La memoria del Pobrecillo estaba aún viviente entre sus hijos y Fray Antonio reanimó su espíritu con ella deseoso de seguir en todo su espíritu seráfico. Visitó la Porciúncula. Vio la celda donde el Santo Fundador había exhalado su postrer suspiro. Paseó por las calles de la recoleta ciudad medieval, en donde todo le hablaba de la gran figura del es– clarecido Patriarca, que allí había nacido y vivido, siendo modelo de perfección evangélica, y donde había fallecido entre amorosos transportes de amor. Todo esto encantaba a Fray Antonio y elevaba su espíritu al mundo sobrenatural. Respiraba honda y calladamente aquella atmósfera de espiritualidad franciscana que inundaba de gozo su corazón. También se afirma que, poco tiempo después del Capítulo, aunque no se precisa bien la fecha, hizo

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