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98 FRAY CANDIDO DE VIÑAYO, O.F.M. CAP. devoraba su alma, le llevaba a corregir con santa energía los desórdenes y desarreglos que notaba a su paso. Se hallaba en Bourges. Se celebraba allí un Sí– nodo Diocesano, al que Fray Antonio había sido invitado para que tomara parte activa. Por desgra– cia, el Arzobispo de Bourges llevaba una vida nada ejemplar. Por revelación de Dios, mientras predi– caba, se entera Fray Antonio de la ruindad espiri– tual del Arzobispo. Entonces, con prudencia, pero con santa valentía, se atrevió a encararse con él, a fin de moverle a penitencia y obligarle a retractar sus costumbres. En medio de un elocuente sermón, que tuvo en la apertura del Sínodo, por divina ins– piración se volvió al prelado para decirle : -A ti hablo, Señor Prelado... A continuación, se expresó con tal ardor y citó textos de la Sagrada Escritura tan claros y convin– centes, que el Arzobispo se sintió hondamente con– movido. Comenzó a llorar amargamente. de suerte que las lágrimas le brotaban a borbotones. Terminado el Sínodo, llamó el Arzobispo al Santo aparte y le dio a conocer las miserias de su alma. En adelante, fue exacto en el servicio de Dios y devotísimo de la Orden Franciscana.
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