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38 VEINTICINCO AivOS DE APOSTOLADO El 10 de abril de 1724 llegaban a Guayana los iniciadores de esta magna empresa; eran los P adr es Bruno de Barcelona, Prefecto, Be– nito de Moya, Eugenio de Barcelona, Agustín de Olot, Tomás de Santa Euacnia v José Antonio de Vich. Con tanto ardor y celo emprendie- º - ron su apostolado, que en mayo del mismo año fundaron el pueblo de la "Purísima Concepción de Suay", y en junio del año 1725, el de "San Antonio de Caroní", que tenían en 1728 entre ambos 600 habi– tan tes, todos indios pariagotos. Pero también ellos pagaron su novi ciado, pues "los continuos afa– nes, trabajos y enfermedades" quitaron la vida, antes de 1728, a los Padres Bruno y Eugenio (52). ·~o entra en nuestro propósito seguir la trayectoria luminosa de las }Iisiones del Caroni o Guayana, durante este segundo período. Con– tentarémonos tan sólo con presentar algunos testimonios, mayores de toda excepción, en atención a quienes parecen mirar instintivamente con ojeriza la obra patriótica y evangelizador a de los Misioneros Ca– falanes en Guayana, solamente porque ni la ideología ni las personas ~le éstos encajan en el marco de sus estrechas concepciones. El Excmo. Sr. Fray Miguel de Pamplona, Obispo de Arequipa, per– teneciente a nuestra Seráfica Orden Capuchina, después de haber re– nunciaclo a la Mitra por su avanzada edad de 72 años, creyó necesa– ~·io se jirara una visita a las Misiones de los Capuchinos para cortar algunos abusos que él creía haber entre los Misioneros. Tras de re– petidas instancias, el Consejo de Indias estudió detenidamente el asun– to, y con testó el 15 de julio de 1791: "La mesa puede asegur ar que las l\lisiones de Capuchinos son tal vez las más bien servidas y desem– peñadas, las que menos necesitan de reforma, ni de Visitas" (53). En diciembre de 1761 escribía al Consejo de Indias el Gobernador de Xueva Andalucía, señor Diguja y Villagómez, después de haber vi– sitado personalmente las Misiones de los Padres Capuchinos Catala– nes de Guayana : "Esta expresada Comunida d ejerce su minis terio con Jmponderab]e aplicación, buen orden e igual acierto, para lo que no r ehusa ningún trabajo, y mediante esto consigue· los feÜces progresos que se r econocen en las Misiones de su cargo ... Estan todas estas Mi– siones proporcionalmente establecidas y gobernadas con una muy par– ticular armonía, economía y educación; por lo que en la v isita de ellos nada hubo que notar, que no fuese muy loable, motivo p or el que en norn- (52) P. Lodares, ib., pg. 190. - P. Rionegro, Misnes. de los Capuchinos, pgs. 101 y 121. (53) P . Rioneg: o, ib., P@S. 120 y 252. - P. Lodares, t. II, pg. 302.
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