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274 VEINTICINCO AÑOS DE APOSTOLADO Detrás de las carabelas de Colón vinieron ellos a las Américas. Dice Ovidio y Baños: . .. "y los frailes por términos cristianos apacentaban bien este ganado, santísimos preceptos pre-dicando". Dice Arellano : "Por dondequiera el franciscano humilde grabando fué en Amér ica su h uella; era el tosco sayal ciencia divina, arte y riqueza y símbolo de gloria". El mismo Barón de Humboldt, no obstante su nacionalidad germa– na y su filiación calvinista, dice asi: "en las dos Américas los Misione– ros llegaron a todas partes los primeros, porque -encuentran proporcio– nes, qüe faltan a los demás viajeros"_. "Os alabáis de vuestr as corr e– rías más allá del lago superior, decía un indio de Oregón a unos co– merciantes de pieles de los Estados Unidos, y no os acordáis de que los vestidos negros pasaron antes y os enseñaron el camino del poniente". J osé Manuel Restrepo, notable historiadór colombiano; dice : "no podemos rrienos de tributar elogios -de admiración al celo, abnegación e infinitos sufrimientos de los Misioneros en los climas ardientes e in– ~aluhres· de muchos lugares de América". Señores; son historiadores, sabios y poetas, los que me han guiado ·eri esta corta excursión por la copiosa fronda franciscana; de modo que al entrar en esta otra parte de mi discurso, os ruego que concen– tréis vuestro pensamiento, y dirijais vuestra mirada contemplativa ha– cia la r espetable obra de los RR.PP_. Capuchinos, realizada en esta r e– gión, en los 25 años que llevan en e.Jla, y a la cual paso a referirme, no sin r endirles de manera efusiva el tributo de admiración, a que son acreedores. . Fué •el seño·r P edfo lVforeno quien, para mil ochocientos cuarenta y ocho, llegó el primero con su mujer y sus hijos a esta margen del Manamo, y ' plantó su casita de hoja dentro de los términos de lo que es hoy esta ciudad. Muy lento fué el proceso evolutivo de los primeros añós, pues para fines del siglo pasado era todavía Tucupita un humil– de caserío con más o menos treinta casas de bahareque 'y techos de palm:{; llna.'completa ignorancia e indiferencia .religiosa se observaba en· ios Hab1ía1~tes ; de G~iria venía el P. Párroco, entre ellos el P. Gi– nesfrá; 'có'i1' dehlora ' hásta · de años para sus visitas, a -ejercer su Minis– terid;"en:··U'xi·á•'casita''~ésigna'\:la para el objetó. Recuerdo qúe'. en 1900 pasé por aquí;-en 'á vaJ>o:r '.'Apur e" en viaje para Ciudad Bolívar, y /

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