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APENDICE - PROGRAMAS Y DISCURSOS 273 respeto al Supremo Hacedor, y plasmar, por medio de la palabra y del ejemplo, en esas inteligencias, anegadas en sombras, un claro sen– ti do de la dignidad h umana y el germinar de una semilla, que dará frutos ciertos de lo que vale la civilización? Ellos, los hijos del Srfico. Patriarca, tienen un a fuente de amor donde aquilatar el espíritu para los grandes y difíciles trabajos, que les impoue la R·egla; de ahí, que sin más armas que la palabra, un Ro– sario y un Cordón, transiten por regiones de peligros pescando perlas, como dicen ellos, que no es otra cosa que .atraer al abor igen, selvático y r emiso, para llevarlo al r edil del Señor. Sí, porque esa fuente ha venido por siglos alimentando la sed de gracia, la dulzura del sacrificio de que están poseídos los del sayal hu– milde; porque en esa fuente han bebido ellos el aliento y la fe, que los lleva a r ealizar lo atrevido en la práctica, gero grandioso en la esencia y en los beneficiosos resultados. Y esa fuente es el corazón lleno de bondad, de amor, de sublime caridad de San Francisco de Asís, que aún parece q.ue lo oyen palpitar sus hijos, tal es el a1hinco con que siguen sus enseñanzas y nobles preceptos. Verdad que es sorprendente que en un corazón pueda caber tanta virtud y tanta divina gracia. El San to sintió amor infin ito a todo lo creado: el h ermano Sol, la hermana Agua, el hermano Lobo, todo en– tra en el extenso ámbito de sus sentimientos generosos, expresados con sublime dulzura en sus preciosos cánticos; y así, se l e vió por los ca– minos de la Umbría atraer a sus manos los pájaros del ·bosque, que venían confiados a posarse alegremente en ellas, lanzando al aire las melodías de sus trinos. Sólo una comunión portentos a de la fuerza espiritual 'y de la vo– luntad aquilatada del Santo, pudo ocasionar esa conjunción con los f enómenos de la naturaleza, que culminan en fa -excelsa virtud del h echo realizado, virtual comprobación de la influencia divina, que lo lleva a posar su planta sagrada en las r egiones del milagro. P ero no hay que abismarse ante ese prodigio. El Poverello de Asís estaba identificado con el Señor. Lo -confirma con alta conmovedora elocuencia el milagro de los Estigmas: los clavos. de los pies y de las manos del Salvador se produjeron en él, no pudiendo en los últimos días de su vida dar paso, porque las punzaduras en los doloridos pies se lo impedían. Id a predicar el Evangelio a todas las naciones", dijo el Señor a sus discípulos; y San Francisco trajo a su Regla ,el sublime mandato; por eso hemos visto a sus hijos r enunciar al encanto de los placeres, -a las dulzuras de la vida ·confortable y amena, para lanzarse por lu- ga.res de infieles en campaña de san_t.idad y civilizacjón. - . · 18
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