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272 VEINTICINCO AÑOS DE APOSTOLADO Al propio corazón del Egipto fué el Santo a luchar contra los ado– radores del Islam para atraerlos a los mansos predios -de la grey de Cristo; y los Franciscanos llevaron su palabra al norte de Europa, al .Japón, a China, a las Américas, y a las apartadas islas del Pacífico; y sus luchas fueron arduas y gloriosas hasta caer, en muchas ocasiones, no vencidos, sino con la mirada en Dios, víctimas de la hostilidad de razas bárbaras, y, más aún, de la hostilidad de hombres civilizados . El mismo San Francisco, antes de dormirse en la paz aureola-da con res– plandeciente nimbo de santidad, supo cómo siete de sus abnegados hi– jos habían sufrido con valerosa resignación los dolores del martirio. Excmos. Señores l)bispos y Religiosos Asistentes a las fiestas jubilares de la fundación de la Parroquia de San José de Tucupita. Pero, ¿qué podían hacer los hijos, cuando el Padre, renunciando ¡; los halagos de la riqueza y del lujo, hace a un lado la~ vestiduras primorosas del joven nacido en dorada cuna, para vestir el tosco sayal, qne debía ser símbolo de la pobr,eza suma, ruda y humilde ves– timenta de trabajador asiduo, por montañas y selvas vírgenes, por torrentes insalvables y por 1os caminos desiertos de regiones aparta– das del globo, sin más lucro, sin más anhelo, que sacar de la ignoran– cia y del error a aquellos que no habían sentido todavía en la frente el beso de la luz ,divina; sin más aspiración- que sacar .al indio del nbandono, la pobreza y la estulticia, en que vejeta en su guarida, pa– ra enseñarle normas de trabajo, para iniciarlo en el culto del hogar, para llevar a sus conciencias sentimientos de piedad cristiana y de
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