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LOS PADR_ES <;_11,PUCHJNOS E_N TUCUPITA 2~. Padres no se descorazonaron : Como no había campanario ni campa– na, la traza que se dieron para convocar a los fieles fué. bien peregrina; los sábados de tarde salía el Hermano Fray Saturnino con una campani– lla en la mano y agitándola recorría las calles ·advirtiendo a los fieles que el día siguiente todos· debían abstenerse de obras serviles y asistir a la Santa Misa. No digamos que su sonido <::aíá como sirena de alarma, y aunque algunos por gracejo o por burla decían "ahí viene el cabo de cita'', pero fué un toque de gracia para muchos que aún bendicen a la campanilla y al vocero, Con la constancia en este ardid, con la pi·edicación diaria, buen ejemplo y propaganda religiosa, lograron incrementar no poco la pie– dad. Ayud'ó poderosamente a esto ,e-1 establ•ecimien to de la catequesis, <le la que cada año salían numerosas tandas de primeros comulgantes, y de las congregaciones del Apostolado de la Oración, de la Virgen del Valle - pues el setenta y cinco por ciento de los feligreses son marga– riteños- y de San José, patrono de la parroquia. Estos trabajos ministeriales no se concretaron solamente a la ciu– dad de Tucupita sino a todo el Territ~rio Delta Ama-curo. Haciendo caso omiso de las pequeñas excursiones ap.ostólica~, entre las más lar– gas tenemos la del Padre Samuel, desde septiembre a diciembre de Grande, Cuyuvini y Amacuro hasta la frontera con la Guayana Inglesa 1920, en la cual visitó todos los caseríos qu-e hay desde Tucupita hasta Grande, Cuyuvini y Amacuro hasta la frontera con la Guayana Inglesa la isla de Tórtola por los caño-s Manamo y Macareo y lu•ego· los de Río en el lugar llamado Yariquita. La del mismo Padre en abril de 1921 por los caños Manamo y Manamito abajo hasta los caseríos de Peclernales y Cajiure junto al mar .. La del Padre Epifanio de Soto, quizá ·por el caño Macal'eo abajo, pues el P . Samuel, que la menciona en una carta, sólo dice que "encontró un buen número de indios salvajes" y que "al mes hubo de regresar a causa de un paludismo agudo que le atacó". Del Padre Santos· de Abelgas podemos decir que sus dos años al servi– cio de la parroquia de Tllcupita fueron una ininterrumpida excursión; recorrió reiteradas veces los caños de Cocuina, La Horqueta, Macareo, Río Grande, Araguaito, Araguao, Araguaimujo y Sacupana; llegó has– ta los indios Mariu.seros, Bacalaos y Najoromos, aprendiendo su idio– ma, y atendió en varias ocasiones a las parroquias de Uracoa, Barran– cas y Tabasca, que están fuer~ del Territorio, en el Estado Monagas y no tenían sacerdote. Fomentaron la construcción de capillas en diversos caseríos para atender mejor a sus habitantes en lo espiritual; en tiempo de ellos se hicieron las .de-Coporito (1920), La Horqueta (1924), Macareito (1924) y Araguaíto. 14
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