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208 VEINTICINCO A1UJS DE APOSTOLADO f) Una imagen de Ntra. Señora del Socorro; es la Virgen Doloro– sa con un paño blanco o sudario en las manos, altura 1.10m. donada por el Cnel. Uzcátegui. · La c~sa parroquial, que era muy redue,¡da y pobre, la acondicio– rou los Padres a sus .expensas poniéndole piso de cemento. y techo de cinc; hi~ieron dos buenas habHaciones y construyeron dos nuevas de– pend•2ncias. Item, ·el fondo de la misma, que era un lagunazo, lo r e.. llen~1ron con tierra que en curiara traían del otro lad:o del río, con– virÜéndolo en una hermosa huerta, regalo ele los frailes y ·2nvidia de transeuntes. Esta idea de r ellenar con tierra' los' lagmiazos fué una feliz iniciativa que secundaron gobernantes, Y. particulares. Merced a ella Tucupita, además de saneada, presenta. ya d bonit9 aspecto que nunca hubiese adquirido; baste decir que lo que hoy es "Plaza' Bolívar", en 1918 era una laguna pantanosa, poblada de rabanales y gamelotes, donde en tiempo.de . invierno cazaban chigüires•y pescaban morocotos. La mirada· de lbs Padres se extendía hasta el futuro: Previendo que en cualquie1:·momento podía fallar la ayuda que los Gobierrios Na– óonal y T•erritor.ial ·1es da_ban para su congrua sust,entación, -como en efecto, la del Gobierno Territorial fué suprimida en enero de 1936 y la del Gobierno Nacional, reducida sucesivamente hasta Bs. 120 en julio ele 1942-, a fuerza de economías y de trabajo lograron edificar una casa toda de concreto, para que los sucesor es se ayudasen con los al. quileres de la misma,.sobre·unos solares que con su.s ranchos vendieron dos propie tarios a la Curia diocesana, sitos entre las calles Bolívar y 19 de Di ciembre, de todo lo cuaÍhay documentos oficiales en el archivo parroquial. Esto prueba cómo los Padres Misioneros, en vez de mandar sus economías al extranjero -y calumniosamente se ha propalad0--, las que logran a base de privaciones y de vida modesta las emplean en utilidad y ornato de la población. Estos fueron los adelantos de la parroquia en el aspecto 111aterial durante el sexenio que historiamos; los frailes trabajaban como peo– nes, según lo aseguran los mismos que lo vieron. Cuántas noches el Padre San1Llel ·se embarcaba a las dos de la madrugada en una enriara con dos o tres ayudantes para tornarla llena de tierra o de arena a las 6 a. 111., hora de decir la misa al pueblo, porque después de ésta tenía que sentarse a enseñar las letras en la escuela. Si pasamos al10ra a los trabajos de ministerios apostólicos o espi– l'itu.ales, veremos ·que no fueron ni meno:s. arduos ni menos fructuosos. · Bien por falta de costumbre, bien por falta de instrucción religiosa, o por ambas cosas a la vez, al principio eran m_uy contadas las perso– nas que asistían a la iglesia aún los domingos y días festivos: Mas los

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