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122 VEINTICINCO AfWS DE APOSTOLADO una entidad f ederal distinta, fué designado para primera capital del incipiente Estado. Para aquella fecha, a excepción de Capure, sólo había rapcherías de indios en el Delta del Orinoco. La primera iglesia se construyó en el año de 1876, de modo y ma– nera que ésta fué la primera edificada en todo el Territorio Federal Delta Amacuro, -como fácilmente verá el lector al hojear los aparta- dos siguientes de la presente ~onqgrafia. . . .-·, ., , . El Patrono es San Isidro Labrador, cuya imagen, existente aún, fué donada por la señora Emeteria Ramos: · - · · · El iniciador e impulsor de l a primera iglesia de Capure fué el sefior, Abela:rdo López, contribuyendo los habitantes del lugar y el Go– bierno 1'1 acional. Esta primitiva iglesia, varias veces de teriorada y en distintas fe– chas r etocada y arreglada, perduró hasta el año de 1935, en que el ciclón, el furioso ciclón que azotó el Delta del Orinoco,tronchando ár– boles,. arrasando cosechas y destruyendo edificios, la derruyó entera– mente. Así las cosas, los buenos vecinos éapureños intentaron en · el año rie 1938 r eedificada-, clavando, al efecto, los horcones ·en el mismo sitio, en 1~- 'plaza d el caserío; pero allí se pudrieron las maderas; según ten– g·o entendido, · quédándose iodo paralizado por diversos motivos y · cir- cunstancias. · El año de 1942 los señores Rosendo Velázquez y Pedro González removieron nuevamente el asunto de la Capilla, y con ' dádivas del pueblo, del Gobierno Nacional y T erritorial; empezaron nuevam ente las obras que, aunque adelantadas, están aún sin terminar y la Capi– lla, consiguientemente, sin bendecir. (De una carta ·de J. Federico Kols ter, Pedernales 15 de agosto de 1944). . 11. EL TEMPLO NUEVO DE TUCO.PITA Magnifico, encantador espectáculo se ofrece de golpe al viajP.ro que, por primera vez, llega a los aledaños de Tncupita. El hermoso templo, con sus torres gemelas, su preciosa fachada, co– ronada por la imagen del Sagrado Corazón de Jes.ús, en actitud qe ben– decir, yérguese mayestáticamente, mirando al cielo, en medio d·el po– blado, como una oración de piedra y un símbolo de piedad, religión y f.e. Y para el viajero pasan, por un momento, desapercibidos, las vicisi– tudes po1· que ha .pasado ese templo, los trabajos y sacrificios sobre que

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