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munican de pronto su traslado y que otros le reemplazarán y recogerán lo que él sembró. La Providencia nos hizo coincidir poste– riormente en varias actuaciones apostólicas en la madre Patria. Relatos, confidencias y sin– ceridades a flor de alma vinieron a consoli– darme en el pensamiento que ale·teaba en mi mente como producto 'de una exigencia divi– na y por imperativo del destino histórico de la España eterna. Una personalidad relevante de Cultura His– pánica que lo experimentó en su vida afir– mó rotundamente que "el español que ha es– tado en América incorpora para siempre a su corazón un elemento perdurable, que es la "nostalgia de América". Al volver a poner pie en el suelo de Europa, el recuerdo america~ no se transforma en un ideal, y en ese ins– tante mismo nace la irremediable nostalgia de América, que ya no nos abandonará jamás". Para el Misionero no es la nostalgia senti– mental la que se le agarra persistente al alma, a la memoria y al corazón. Para el Misionero de avanzadillas indigenistas hay un factor trascendental como determinante: lo que Zo– rrilla de San Martín expresó aludiendo a· que en América pue·de decirse que "la sonrisa de Dios de que nacieron aún palpita en las aguas y en las selvas". Desde el primer día de la nueva creación de América se unieron indígenas e inmigran,– tes con el vínculo legalizado de la sangre, con el patrimonio común hecho lenguaje, historia, fe y futuro. Y el nexo sustancial y definitivo