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-No; son los sapos del contorno -me contesta. - ¡Ah! Nunca había oído en mi tierra un coro tan armonioso. }2.-AUR·ORA MISIONAL Día 21: Celebramos temprano la Santa Misa y, aco– modados como pudimos en un camión de carga encima de los bultos, emprendimos la marcha hacia Upata poi un camino polvoriento, accidentado, sin otro arreglo que el rodaje abierto por las llantas de los vehículos que frecuen– temente lo transitan. Unas veces era llano y se corría por él como el viento; otras, tenía haches, piedras, rieles des– iguales como la trayectoria de un sismógrafo, y cami– nábamos a paso lento, dando tumbos y cabezazos, agarra– dos fuertemente a la carrocería para no ser despedidos en los brincos. A veces el camino se estrechaba de tal manera que los árboles de uno y otro lado llegaban a .entrelazax sus ramas, teniendo que ir nosotros durante la1·go rato parpadeando terriblemente tras un brazo al– zado para evitar los rasguños en los ojos o en la cabeza, Al fin, después de cinco horas de penoso viaje, llega– mos a Upata molidos, quebrantados, pero contentos y satisfechos, porque era ya una realidad: ¡Despuntaba la aurnra del amanecer misionero! 29

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