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kaprá, contra lo que se lee en el mapa 'de Schomburgk y otros. El propio Paragua nace en el cerro Asoat, el cual asoma por detrás del cerro de Piasaví en el rumbo SO 200, tomando este rumbo cien metros al Noroeste del mar– co de mampostería, porque desde el pl'Opio marco no es visible. Nuestros conductores nos dijeron que ce1·ca, en las márgenes del 1·ío Urarikaprá, había tres caseríos de in– dios Schirianá y uno de indios Arutaní. Mas como ya no pertenecían a la jurisdicción de nuestro Vica1·iato, desis– timos de ir a visitarlos. 13.-REGRESO. No habiendo más que hacer, emprendimos el regre– so esa misma mañana, apurando tanto la marcha que a las tres de la tarde llegamos al punto donde habíamos dejado la canoa, y aun seguimos un buen trecho río aba– jo. Prendimos el motor a las once del día siguiente. Poco antes de llegar a la confluencia del Paramichí y Paragua encontramos dos venados pastando en la mis– ma orilla del río. Uno de los indios metió la perdigonada por todo el costado del primero, que, dando un brinco descomunal, vino a caer sobre sus patas traseras, y an– te5 que se levantara, le llovió encima la segunda. Esto no obstante, aún tuvo valor para surgir y correr largo trecho; mas los indios le alcanzal'On y pudimos damos un buen banquete de carne fresca. En la horqueta que fo1·man los dos ríos saltamos a tierra. Cortaron los indios unos palos verdes, con los que hiciel'On una troja; descuartizaron el animal y se pusie- 326
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