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una hora seguimos bogando con paso lent~. A la une de la tarde divisamos la boca del Karún, y en toda h punta de ella una pequeña canoa con los indios, los cua, les al vernos se escondieron en la espesurn. Llegamos, les hicimos salir, preguntándoles por el motivo d'e su temor, y nos respondieron que un indio del Caroní, lla. mado Rafael Mundó, había pasado hacía unos días con– tándoles que afuern los racionales estaban en guerra y que iban a venir en busca de indios para que les ayu• dasen a pelear, y que por eso ellos, temerosos, se habían escondido. Hicimos que nos acompañaran un rato por el Karún adentro para hacerles ciertas preguntas info1- mativas, y acampamos después de habe1· subido una me– dia hora por el río. A poco de acampar cayó un fuerte aguacero, y durante 1a noche también llov.ió . 7.-POR EL K ARUN, ANTAVARI Y PAO. Amaneció encapotado. Salimos de mañana remontan• do el río Karím, y a las once estábamos en la boca del Antavari, afluente bastante caudaloso del Ka1·ún por la margen derecha. Como queríamos reconocer el Karún un trayecto más y regresar pronto, para no llevar tanto peso dejamos en la boca del Antavari una canoa y la car ga que no juzgábamos necesaria con dos indios a su cuidado. Remontando el Karún, nos encontramos con un blanco llamado Alfredo Hennig, el cual nos llevó hasta la casa donde vivía con su compañero. Ambos habían salido de La Paragua en el mes de abril. Grande sorpre– sa nos causó la pobreza y aislamiento en que vivían, 1·e– signados y aun contentos. La casa era propiedad de un indio llamado Miguelito, el cual no se encontraba allí, 311
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