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otros contemplaba desde el barco la ciudad enrojeci• da por los últimos rayos del sol poniente-; la conozco al dedillo por pertenecer a mi jurisdicción eclesiástica .. Es un emporio agrícola. A pesar de los pocos habitantes que tiene -dos mil quinientos-, y de los no muchos diseminados por el interio1· de los múltiples caños -die– ciocho mil-; a pesar de los estragos que el río causa en sus desbordes, y a pesar de otros pesares, como son, lo agobiante del clima, la dificultad de transporte, la im– portuna plaga de mosquitos, etc., anualmente salen de este puerto para el exterior no menos de ochocientas to– neladas d~ maíz, mil quinientas de cacao, dos mil de concha de mangle, otras tantas de plátanos, y además, en menor escala, copra, café, arroz y otros frutos. Todos le escuchábamos con interés, al mismo tiem– po que menudeábamos las cachetadas y zapatazos, porque eran tantos los mosquitos que clavaban inmisericordes su aguijón en nuestro cuerpo, que no teníamos un segundo de reposo, hasta que me vi obligado a interrumpir: -Excelentísimo señor, las noticias son muy intere– santes, pero la plaga que nos asedia es insoportable. ¿No podríamos oírle con más comodidad en el salón? A él nos trasladamos Prelado y misioneros en busca de algún alivio, y así que hubimos tomado asiento entre las redes metálicas, el Obispo continuó: -Hasta el año 1919 no tuvo Tucupita sacerdote con residencia fija. Fueron los Capuchinos los primeros que tomaron posesión de esta parroquia. Bien por falta de costumbre, o por falta de instruc- vincial pasó a las Misiones de Venezuela y Cuba donde trabajó lauda– blemente hasta que, al organizarse la Misión del Caroní, fue consa• grado primer Vicario Apostólico de ella el 1 de mayo de 1924. Tra– bajó intensamente en levantar casas y colegios para indios; hizo lar– gas y penosas excursiones, sin perdonar trabajo alguno hasta su muer– te, acaecida el 23 de mayo de 1938. 21

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