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-¿Cuál? -¡Ese ruido monótono que se oye cada cortos inter- valos! -¿No será el viento que silba entre las ramas, como tantas veces lo ha hecho? -No, ese ruido no es del viento. Voy a dispa1·ar otro tiro. Detras de mí se levanta también, arrastrándose, Mar– cano. El ansia de que sea cierto nos da fuerzas. Disparo otro tiro ... El ruido monótono seguía oyéndose cada vez más cerca, a cortos intervalos. Ya no había duda; era gente que nos contestaba, ¡gente que venía hacia nosotros! 12.-¡SALVADOS ! jSALVAD-0S ! - -- ¡Marcano ! ¡Lina ! ¡lVlr. Perry ! -exclamo- . ¡Es– tamos salvos! ¡Nos han encontrado! - ¡Salvos, padre, salvos! -dice Marcano abrazán– dome. - ¡Salvos! -repite Lina desde su hamaca-. Míster A1·mstrong Perry, inconsciente aún, nos mira asombrado y nada dice. La emoción es indescriptible. Tenemos miedo de gozarla, pues puede sucedernos algo a causa de la debilidad. -¡Salvos! -gritamos todos. Disparo otro tiro para orientar a los que venían ... Si– gue oyéndose el sonido del tubo ... Sigo disparando ... Al cuarto de hora se oye ruido de machetes rompiendo la maleza. e< ¡Raj-raj ! ¡ Raj-raj ll. .. Luego, voces huma– nas que gritan ... Queremos contestar, pero ¡no hay fuer– za en nuesti·a garganta! ... Sigo disparando ... 280