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fuerzas y persuadidos de su inutilidad; ya no contestába– mos con tiros cuando se oía algún ruido en la selva, ¡ha– bíamos sufrido tantos desengaños!... Ya no cantábamos canciones, porque la voz no vibraba en la garganta; ya no nos movíamos por nada y para nada. Estábamos... , eso era lo único que hacíamos, estar acostados en el suelo, contemplando el ala que nos servía de techo, viendo con indiferencia_todo fenómeno, jhasta la muerte! -Padre -interrumpe Marcano en ciei·ta ocasión-, si viniera ahora un tigre y, agarrándome por un brazo, me llevarn a rastras, ¿ qué haría usted? -¿ Qué iba a hacer? -le contesté-. Espernr a que después de haber acabado contigo, viniera por mí. 9.-NOS SALVAREMOS, SI, NOS SALVAREMOS. En otra hora de sepulcral mutismo se encara conmi, go y me dice: ---Pero, padre, ¿, por qué no Lrnta usted de salvarse'? -Porque mientras haya un ser vivo aquí, mi deber es acompañarle. -Pero si nosotros hemos de morir irremisiblemente; no podemos move1·nos a ningún sitio ; usted aún puede caminar algo y es posible que llegue hasta algún río por donde pase gente y se salve. --No me lo aconsejes, Marcano; no lo haré. -Pero si usted nada puede hace1· ya por nosotros. -No lo sé; mas es posible aún pueda. -Dígame francamente: ¿ Abriga usted aún alguna es- pe1·anza de salvación? ____:No sólo abrigo esperanza, sino que me invade co– l'llo cierta persuasión ele que nos salvaremos.

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