BCCCAP00000000000000000000745
5.-UNA HERIDA HIRVIENDO EN GUSANOS. Amaneció el día tei·cero sin agua, sin comida y sin esperanza de ser rescatados. ¿ Cómo lo íbamos a ser? Lo más que podían los aviones era localizarnos y dar aviso p ar a que se organizara una expedición de gente por tierra, que no tadaría menos de dos días en llegar hasta nos– otros. Los comisionados de buscar agua, si no han pere– cido y han logrado dar con el río Cuyuní, tampoco esta– rán de regreso antes de esa fecha. ¡El horizonte era apla– n ador! La noche había sido toledana. Mr. Armstong Perry surgió como a las diez de su letargo, pero sin 1·ecobrar el conocimiento ni el habla, y no hizo más que dar vuel– tas por el suelo, trayéndonos a todos en jaque. Además, el cadáver había entrado ya en descomposición enviando de cuando en cuando unas oleadas de aire tan fétido que nos mareaban. Por si esto fuera poco, notaba yo a mi la– do otra h edentina especial que me hacía temer por las h eridas de mis compañeros. Así que amaneció, dije al piloto: - Marcano, quisiera ver esa herida de la frente que, de seguro, estará infectada, porque, amén de no habérte– la podido lavar, la vendé con un trapo sucio. ¿,No sientes dolores? -Siento dolor, p ero no puedo precisarlo; es general en todo el cuerpo. Le incorporo. Le miro antes la espalda, y veo con go– zo que las quemaduras presentaban buen aspecto. La cre• ma mentolada había sido un excelente remedio. Estaban soltando ya una concha, debajo de la cual aparecía la epi– dermis, delicada y fresca como la piel de un niño. Paso a la frente. ¡Oh, la frente estaba de miedo! Pa- 254
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz