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El vestido -Parichará pon--- consiste en uua serie de tiras de la hoja de dicha palma, unidas por el extremo supeúor a un cordón y sueltas por el otro. Se amarran el cordón a la cintura, y las hojas cuelgan a lo largo del cuerpo hasta llegar a los tobillos. Con el movimiento rítmico del haile las tiras producen un sonido acompa– sado. El rnmbrero -arok-- lo hacen también con hojas de la palma de moriche entretejidas y tienen fo1·mas di– versas según el gusto de cada cual, pern todos acaban en una larga cola que les cuelga por detrás, rematada en va- 1·icts figurns geométricas hechas con las mismas hojas de moriche. Sacaron después los brazaletes, collares y garganti– llas que tenían guardados: éstos los hacen con colmillos de animales y semillas secas de ciertas plantas, las cuales son sonoras y dan cierto acompañamiento al canto. Por último, se embadurnaron profusamente el cuer– po con pinturas vegetales. Dos clases de instrumentos armonizahan aquella dan– za: el tambor y la trompeta. El tambor -samburá- es muy parecido al que se usa en los países civilizados. No había más que uno, y el que lo tocaba iba por la parte afuera del cono. La trompeta -uayí- era un palo de yagrnmo (ce– cropia sp.) ahuecada por dentro, de un metro y algo más ele longitud, abierto por ambos extremos y sin agujero alguno en el medio ; sólo producía dos sonidos, aspirante el uno e impelente el otro, y no lo usaban más que en los intermedios del canto. Cada danzante llevaba su ziayí, ex. cepto el que presidía la danza, que; en su lugar, llevaba la vara o bastón de mando con un mechón de semillas secas en la parte superior; el ruido de éstas y los golpes 219

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