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largo espacio de tiempo, hasta cansarse. Si el enfermo logra mejoría y al fin sana 2 es debido a la intervención del piasán, que aplacó a Mavarí. Si el enfermo se agra– va y muere, es porque la enfermedad no procedía de Ma– varí, sino de Kanaimé, indio de otra tribu que les acosa cuando viajan solos o rezagados, y contra ese enemigo no tienen poder los piasanes. Así, el piasán siempre queda en buen concepto, y quienes sufren las consecuencias son el pobre paciente y los familiares, que, en todo caso, tie– nen que pagar los honorarios de su asistencia. No sé si el enfermo de esta casa sanaría o llegaría a morir, porque yo marché a los dos días y ni remedio pu– de darle, pues no sabía la enfermedad que le aquejaba. 6.-AGUA, SELVA Y MALEZA. Seguí subiendo el Caroní hasta un luga1· llamado Ik– teuekén, donde encontré sólo cinco indios. Lo bajé luego para meterme por el Ika, y remonté este río hasta su confluencia con el Uonán, donde mo– raban ocho indígenas, los últimos de toda aquella región. En todos estos sitios, además de las elementales ex– plicaciones de doctrina cristiana y de la enseñanza ele cánticos religiosos, celebraba el santo sacrificio de la Mi– sa, haciendo que asistieran a él los indios. ¡Qué jubilo tan inefable embarga el alma del misionero al celebrar el acto más augusto de nuestro Religión sacrosanta en aquellos lugares donde nunca desde la creación del mun– do han resonado las divinas alabanzas! ¡Por cuán bien pagados se dan todos los trabajos y sufrimientos, e infi– nitos más que fueran, a trueque de llegar hasta aquellos apartados confines y decir las palabras solemnes de la 217

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