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de toda edad y sexo, a los que adoctl'iné por espacio de dos días. 5.-EL PIASAN. Al siguiente de haber llegado yo, vm1ei·on dos in– dios de otro caserío que había más arriba, en el afluen– te llamado Iká-parú. Uno de ellos era piasán o piache (brujo, curandero), que venía a practicar sus ensalmos sobre un enfermo de la casa. El piasán es la más alta pe1·sonalidad entre los in– dios arekunas y taurepanes. Tiene sobre ellos tanta in– fluencia como el jefe o cacique. Pudiérase decir que es éste médico y sacerdote a la vez, el cual, con sus artes y embustes, logra sugestionar a los indios, muy particular• mente al enfermo, logrando a veces su restablecimiento en virtud de la tal sugestión. Por su parte, el piache es un autosugestionado que cree en sus propias mentiras. Para que un indio pueda ser 1·econocido como pia– che debe antes convivir con otro del oficio por algún tiempo, durante el cual es sometido a un ayuno l'igu1·0s0 y bebe en cantidad extracto de hierbas que dicen tener virtud dinamógena y puúficadora -en efecto, las tales hierbas, como el ayu-yek y el cumi-yek, producen gran– des descomposiciones intestinales-. Por último, toma agua hervida de tabaco hasta emborracharse y quedar profundamente dormido. El maestro aprovecha ese le• targo del neófito para meterle entre las excreciones o vó– mitos unos cuai·zos de cristal recogidos en quebradas de agua corriente, los cuales deberá éste recoger y llevar en adelante siempre consigo, porque en ellos reside su es– píritu protector, que le pone en comunicación con los Ma- 215
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