BCCCAP00000000000000000000745

mala? -y levantáódome rápidamente, proseguí: -Ahora que ya os dije estas cosas, si queréis, po• déi!! iros; ahí están los canaletes y la curiara. Yo no ten– ,go miedo de quedarme solo; seguiré por tierra hasta los indios que están más arriba y les hablaré de vuestro mal comportamiento. -No -contestó uno-, nosotros no te abandonare– mos ya. Nosotros no poniendo bravo porque tú quiere ver indio ni porque río maluco, sino porque acabando co– mida. Aimara y aimara y aimara, torito aimara; nosotros eansando aimara ; nosotrns queriendo también arroz y car– ne y fariña. --Vosotros sabéis - -repliqué- que yo traía mucho arroz y carne y fariña y azúcar y sal; pero que la llu– via fuerte de aquel día mojó parte, y la otra la echás– teis a perder vosotros cuando os lanzásteis frenéticos por los endemoniados saltos. Yo os advertí de ello, porque el civilizado sabe las cosas como no las puede saber el in– dio, y yo sabía que esto iba a venir; así que la culpa es de vosotros. Aplacáronse y quedaron 1·esignados. Comimos los tro– zos de aimara que flotaban en la olla; subimos las mercancías a la parte arriba del salto; arrastramos la canoa, y empezamos a rema1· cuando el sol nos daba ya de plano. Aunque la navegación era tan fatigosa y mala como el día anterior, pero los muchachos halaban duro, habían cobrado ánimo ; se propusieron llegar a choza de ;ndios, y llegamos. Los indios, por viejos que sean, son muchachos en la mentalidad, y como a muchachos hay que .irlos lle– vando. Zl3

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz