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te monárquica pasaba a ser republicana, y allí, la deplora– ble quema de conventos que a algunos llenó de alborozo y a los más de espanto. Las llamas se detuvieron ante el nuestro; mas aquella misma noche, entre guardias y me– tido en una furgoneta, fui llevado a la cárcel de orden del Gobernador. Sólo día y medio duró mi prísión, gracias a la influencia de personas amigas, y como mi suerte e,;.... ha ya echada de antemano, recibí en L.t-c-Yc ia obediencia p,ara trasladarme a las Misiones del Caroní, que los Padres Capuchinos de la Provincia de Castilla tenemos enco– mendadas en el Oriente de Venezuela. 2.-LA REPUBLICA DE VENEZUELA ¡Venezuela !... Al~c h aL~.. 1e1ao yo acerca de esa in– teres1un~ zona tropical, que me hacía poner en ella gran parte de mi cariño y de mis ilusiones. ¡Venezuela ! Con su mar Caribe intensamente azula– do y transparente, en cuyo fondo se elaboran preciosas margaritas; c011 su tierra virgen constantemente prome– tedora y verde; con sus bellos paisajes de cocoteros, mori– ches y otras palmas {I) ; con sus caudalosos ríos de to• rrentes cascadas, donde abundan caimanes, tortugas y va– riados peces ; con sus infinitos llanos de sol atenazador y espejismo alucinante, donde brama el toro y la brisa se impregna de olor a majada; con espaciosas selvas de ár– boles gigantes, bellísimas horquídeas y cerrado follaje, donde merodea el tigre, aúlla el araguato y se arrastra la culebra; donde cantan paraulatas, arrendajos y turpia– les; donde pastan váquiros, venados y tapires... (l) Al fin del libro se pone un glosario de las palabras regio– nales que ealen en esta obre. l4

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