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berlo visto es sólo argumento de que existe ; 1:1u voracidad la pongo muy en tela de juicio, porque los indios y yo hemos entrado centenares de veces en ríos donde los hay, porque de allí los han sacado, y hemos salido sin sufrir una dentellada. Igual me ha ocunido con el pez que llaman temblador. No puedo citar un solo caso, que yo haya visto, de personas atacadas por estos fetiches del agua; mas tampoco niego rotundamente lo que otros cmentan. En cambio, conozco bastantes casos de personas mordidas por el pez raya, el cual ordinariamente yace en los fondos arenosos. 3.-DESERCION FRUSTRADA. La noche nos sorprendió junto al salto de Usari– vará, donde no había ni casa, ni rancho, ni gente. Noté que los indios venían bastante malhumorados, pues desde mediodía ni cantaban, ni echaban chistes, ni me habla– ban apenas, ni remaban con garbo, y al llegar, en vez de poner todas las cosas en su punto, según costumbre, unos se sentaron y otros quedaron de pie mirando fija– mente, en silencio. ce ¡Mal va la cosa!)> -dije para mis adentros-, «y si con malvas te curas, mal vas, padre Baltasar». Vol– verse una malva con el indio en un caso de éstos es per– derse, y si el indio disgustado se vuelve una malva, en– tonces el caso es verdaderamente peligroso. No era miedo de que me atacasen lo que yo tenía, pues juzgaba inca– paces de ello a esos indios; mas sí podl'Ían con facilidad abandonarme, que es lo que suelen hacer en tales casos, y, en fin de males, dudo si esto no sería peor, pues ellos se irían por el agua llevándome la canoa; por tierra no 209
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