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8 visitan a los enfermos y nombran alcaldes; perdo– nan los pecados y vigilan la rectitud de los jueces ... En ellos tiene la Iglesia sus más fieles Ministros y tJU Patria adoptiva -en este caso Venezuela– -'US más adictos adelantados. Un ilustre escritor americano, visitando una Mi– sión pareja a la del Caroní -también regentada por los PP. Capuchinos españoles-, contestaba así a los que le preguntaban sobre el origen de unas fuertes detonaciones: "Es la civilización que, capi– taneada por la Iglesia y al mando de sus denonados campeones, los misioneros, penetra. a paso de ven– cedores en estas selvas para plantar en lo más es– peso de sus bosques populosas ciudades y repetir por vez milésima los ejemplos que diera en los erialea de Europa y en las pampas de la joven América." Hay pocos libros en la literatura española moder– na que nos describan la vida ejemplar de estos he– raldos de la fe y de la civilización, estampas vivas de nuestros primeros evangelizadores de América. Por eso, creo de muy vivo interés el volumen de mi querido amigo el Rvdo. P. Baltasar de Mata– /lana, O. F. M. Cap., en el que resume sus expe– riencias de largos años en las Misiones del Caroní. Son páginas en las que se entreveran, formando un conjunto armónico, la sencillez, la simpatía, la sin– ceridad junto con un grato humor y una fina sen– ~ibilidad transfarmada a veces en honda emoción. Las expediciones a través de regiones inexploradas y la caída con el avión en plena selva virgen, con los sufrimientos consiguientes durante quince días hasta que fue salvado por la patrulla de socorro que envió el Gobierno de Venezuela , son episodios

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