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Esta comunicación trinitaria, además de manifestarnos lo que es Dios como familia, nos muestra lo que son capaces de hacer por nosotros. El Padre es el que toma la iniciativa de la salvación. El es, de forma prioritaria, el Creador de todas las cosas espiritua– les y corporales, El es también el Redentor que hizo nacer a su Hijo de la Virgen María y quiso que su muerte en la cruz fuera pa– ra nosotros motivo del salvación. Así mismo es el Consolador y Salvador definitivo que nos espera para acogernos en su seno al fi– nal de los tiempos. La imagen de Cristo que tiene Francisco es la de Dios– hecho-Hombre. Jesús es el Señor que está sentado junto al Padre y, como El, participa en la Creación, en la Redención y en el Juicio o acogida definitiva del hombre en el seno de Dios. Pero esta cualidad de Señor no le impide humillarse haciéndose Hombre en el seno de María y convirtiéndose en hermano nuestro. Este gesto de acercamiento humilde se per– petúa en el tiempo a través de la Eucaristía. El Señor que está en la Eucaristía es el Hijo de Dios hecho Siervo que nos redi– me por la cruz y nos salvará desde su gloria a la derecha del Padre. El Espíritu de Dios es para Francisco la vida íntima y familiar de las tres divinas Personas que está más allá de toda imaginación y sospecha humana. Es la vida que sorprende y desconcierta cuando se hace presente, ya que ni se espera ni se presiente que pueda existir; es la irrupción de la plenitud desbordando todo deseo; es, en resumen, la vida de Dios ofreci– da al hombre. Por medio del Espíritu el Verbo se hace carne; por El Cristo se hace presente en la Eucaristía y la Palabra; por El nues– tra pobre persona se hace morada de la Trinidad. El Espíritu Santo es, pues, para Francisco el que hace po– sible el derramamiento de la vida divina sobre nosotros, abriéndo– nos los ojos y el corazón para que sigamos a Jesús en el aprendiza– je del vivir de Dios. En Jesús sabemos lo que es Dios para nosotros y lo que nosotros tenemos que ser para El; y esto sólo nos lo puede enseñar el Espíritu del Señor. 8

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