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que el Santo se relacionaba con el Misterio. Por una parte, su con– dición de juglar le permitía encontrarse con Dios de una forma es– pontánea, sacando de sus raíces populares esas expresiones plásti– cas que le posibilitaban una mayor creatividad personal. Por otra, su condición de hombre de iglesia le obligaba a ser también li– turgo, expresando en el Oficio divino y en las demás celebraciones eclesiales su docilidad al Espíritu para que le abriera a Cristo co– mo sacramento del Padre. La religiosidad popular le facilitó una imagen de Dios que condicionaba también su respuesta y apertura a El. Cuando busca– mos en Francisco esta raíz popular de su oración, difícilmente la encontramos en sus Escritos, por cuanto éstos corresponden a una etapa avanzada de su vida y, sin pretenderlo, mantiene cierta ofi– cialidad. Es más bien en las biografías donde aparecen, espontáne– os, estos rasgos arcáicos de su personalidad popular. Hacer largas peregrinaciones, visitar con frecuencia las iglesias, cantar en fran– cés alabanzas al Señor son expresiones de la religiosidad popular que Francisco utiliza para encontrarse con Dios. Pero tal vez el gesto que más le caracteriza sea el de haberse desnudado ante el obispo y el pueblo, devolviéndole a su padre toda la ropa, como ex– presión de su entrega radical al Padre del cielo. Para nuestra sensibilidad actual difícilmente puede pare– cer esto una actitud orante. Sin embargo, para el pueblo medieval, y en concreto para Francisco, la oración es una tarea en la que par– ticipa también el cuerpo como forma de expresar la situación de la persona ante Dios. La gestualidad o, como ahora se dice, la expre– sión corporal, forma parte de la oración misma. Francisco escribió un número considerable de textos que pertenecen al género literario y a la estructura de la oración. Aunque todos ellos poseen una inspiración litúrgica, sin embargo difieren bastante en cuanto a la forma. Se dan oraciones propia– mente dichas, alabanzas a Dios, himnos, poesías; destacando entre estas últimas el Cántico de las Criaturas. La organización de la vida y la plegaria de Francisco está determinada por la liturgia. Tanto es así que, al final de su vida, "conociendo que la muerte estaba muy cercana, llamó a dos herma– nos y les mandó que cantaran en voz alta el Cántico de las 12

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