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Aunque la imagen de Dios haya cambiado desde el siglo XIII al nuestro, el problema del hombre como ser relacionado con El sigue siendo el mismo: ¿Cómo entender nuestro proyecto huma– no, como un camino que la muerte corta con su implacable guada– ña o como un andar esperanzado que, después de caminar por las sendas de la historia, es acogido por el Misterio para saborear con El la plenitud de la realización humana? La respuesta a este interrogante fue lo que hizo de Francisco ese hombre de fe que hoy conocemos. Aceptar el reto de que la relación con Dios nos humaniza es convertirnos en compa– ñeros de viaje de ese Pobre de Asís que no tuvo otra tarea más que la de caminar en busca del Absoluto. Acoger a Dios como horizonte de nuestra vida es apren– der a vivir como El vive. En Jesús conocemos que a ser hombre se aprende asimilando las actitudes divinas. Por eso entrar el rela– ción con El es mucho más que hacer oración; pero también hay que subrayar que la simple lucha por la justicia para reivindicar la dig– nidad humana tampoco cubre todo el quehacer creyente. Orar, pues, tiene que ser algo más que rezar o evadirnos de la realidad cotidiana para elevarnos en la nube espiritualista. Orar es vivir a Dios y, desde El, vivir lo que El vive y por lo que se desvive: el hombre. No obstante, las formas de hacerlo están en función de la imagen que nos hayamos hecho de Dios. La oración no es acto mecánico al que se llega de cual– quier forma. Necesita un pórtico que prepare el encuentro personal con el Señor y un ambiente que prolongue en el tiempo la huella que lo divino deja en el hombre. Francisco llega a la oración desde una actitud contempla– tiva que le permite vivir a Dios como gratuito; por otra parte, esta misma presencia le fascina hasta convertir su existencia en un contínuo caminar en busca de la plenitud del Misterio. Contemplación y fidelidad serán las dos realidades con las que Francisco tratará de arropar la presencia de Dios en su vida. La frase con la que S. Buenaventura describe a Francisco como juglar y liturgo de Dios expresa realmente el modo con el 11
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