BCCCAP00000000000000000000742

La visión, pues, que tiene Francisco de la Iglesia, como buen laico medieval a quien las cosas entran por los ojos, es primera– mente institucional; es decir, para él la Iglesia es toda esa estruc– tura jerárquica cuyos servidores, los clérigos en sus distintos nive– les, hacen eficaz la salvación. Por eso no extraña que en sus escri– tos aparezca una visión tan vertical de la Iglesia, concibiéndola co– mo un lugar de salvación principalmente porque los sacerdotes po– sibilitan a los files, mediante los sacramentos y la Palabra, la par– ticipación en el misterio de Cristo. En esta estructura se encuentran, en primer lugar, el Papa, los cardenales y los obispos; después los sacerdotes y demás cléri– gos; los cristianos religiosos, hombres y mujeres; y, por último, el resto de la gente. Toda una gradación que, a pesar del tiempo transcurrido,sigue casi intacta en el pensamiento y en la vida de la Iglesia. La relación de Francisco con la Curia romana estaba condi– cionada por la necesidad real de estar en contacto con ella debido a su condición de animador y cabeza del grupo franciscano. La apro– bación del proyecto de vida o Regla abría de una forma más realis– ta la comunicación entre Francisco fiel a la Iglesia romana y al Papa y los Cardenales que la dirigían. Al hablar de relaciones de Francisco con el Papa y los Cardenales de la Curia conviene no tener presente el final de la pelí– cula "Hermano sol, y hermana luna." Por decepcionante que nos pueda parecer, Francisco no era ninguna personalidad dentro de la Iglesia institucional, por lo que no tenía ninguna influencia en la to– ma de decisiones; a lo sumo, podía despertar cierta simpatía. Esto al menos, parece decirnos Jordán de Giano al describir– nos en su Crónica la delicada familiaridad de Francisco con el Papa Honorio III con motivo de su visita para tratar problemas de la Fraternidad.No atreviéndose a molestar al señor Papa -nos dice Giano- se acostó en el atrio de su estancia esperando con paciencia que saliera. Cuando salió, Francisco le hizo una reverencia y le di– jo: "Padre papa, Dios te dé la paz". a lo que el pontífice le respon– dió: "Dios te bendiga, hijo", En cuanto a los cardenales y obispos, además de las relacio– nes propias de su cargo, mantuvo una amistad especial con el car– denal Hugolino de Ostia. A pesar de ser unos temperamentos tan distintos consiguieron enriquecerse mutuamente sin tener, por ello, que renunciar a sus convicciones. Francisco veía en Hugolino al hombre capaz de ayudarle a cristianizar en la Iglesia,aunque de 7

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz