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.- LA IGLESIA QUE IA FRANCISCO A pesar de que Francisco había nacido y crecido en un am– biente de connaturalidad con la Iglesia, sin embargo no le faltaban ojos para ver lo que todos los demás veían: que la pesadez de las estructuras y la fragilidad de la jerarquía, más que revelaban, opa– caban, la presencia de Jesús y su mensaje. La Iglesia de Inocencio III había alcanzado su máximo nivel de poder y, por ello, su mínima coherencia evangélica. Era la Iglesia imitadora del Imperio de los grandes señores feudales. Más de la mitad de las tierras europeas eran beneficios eclesiásticos, y la vida monástica no se había quedado a la zaga en esta carrera por el poder y las riquezas, en vez de haberse alineado entre los pobres. Dentro de este ambiente no es extraño que la Iglesia, como dice Vitry, se preocupara más de atender los negocios temporales que de evangelizar la nueva clase social que estaba emergiendo del pueblo.Este vacío de evangelización propició la aparición de Movimientos evangélicos, la mayoría de ellos laicales, que trataron de llevar adelante, por su propia cuenta y de forma un tanto inge– nua, lo que el clero había sido incapaz de hacer. Debido a la incomprensión de la jerarquía todos estos gru– pos terminaron enfrentándose con la Iglesia oficial y defendien– do la vivencia de un evangelismo que no tenía necesidad de ella. Sin embargo Francisco prefirió ser contestatario desde la sumi– sión,adoptando una actitud evangélica que constituía una pro– testa existencial de las estructuras antievangélicas que confor– maban la Iglesia. 6

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